La perspectiva tradicional sobre la niñez a menudo considera a los niños y niñas como sujetos pasivos, meramente afectados por su entorno. Esta visión limita la capacidad de verlos como agentes sociales activos en sus propias comunidades. Sin embargo, reconociéndolos como sujetos de derechos, es esencial considerar a los niños y niñas como participantes activos en sus vidas, en las de quienes los rodean y en la sociedad en general (Corsaro, 2011; Alanen, 2010; James, 2011).
El desafío actual es entender la niñez y adolescencia de manera activa y autónoma, lo cual requiere un cambio de mentalidad por parte de los adultos. Tradicionalmente, no se ha considerado a los niños, niñas y jóvenes como actores sociales influyentes en sus comunidades. Es necesario empezar a verlos como tales y reconocer que su bienestar y el de los demás depende también de cómo cuidan sus propias relaciones. Si los estudiantes no fomentan relaciones saludables, las comunidades escolares no podrán generar un buen clima de convivencia.
William Corsaro (2005) describe la comunidad de niños y niñas como un espacio social autónomo donde ellos crean y mantienen sus propias reglas, normas y culturas compartidas, más allá de la influencia directa de los adultos. En este espacio, los niños negocian y experimentan relaciones sociales, desarrollando habilidades sociales y construyendo una identidad colectiva única. Corsaro subraya la importancia de estos contextos en el desarrollo infantil, ya que permiten a los niños explorar y comprender el mundo desde su propia perspectiva, contribuyendo a su crecimiento emocional y cognitivo.
En este entorno autónomo y activo, el buen trato es crucial para lo que aprenderán los miembros de la comunidad de niños, niñas y jóvenes. Las formas de convivencia, los valores compartidos y las creencias sobre un ambiente de buen trato influirán en cómo los estudiantes se comportan y se relacionan con el mundo. Si crecen en un entorno hostil, es probable que aprendan a interactuar desde la agresión y el maltrato. Por el contrario, un espacio caracterizado por el respeto y la paz fomentará comportamientos y relaciones saludables.
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Fuente: “Ficha Comunidad Educativa: Buen trato entre estudiantes“, Agencia de Calidad de la Educación.
