La escuela es uno de los espacios sociales más importantes para el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes, teniendo un impacto tanto a nivel cognitivo como socioemocional. De ahí la relevancia de que en este contexto se implementen iniciativas que no solo busquen agregar valor en lo académico, sino también en aspectos personales, como el bienestar experimentado por los y las estudiantes (García, Marande, Schneider y Blanchard, 2014).
Para la neuropsiquiatra chilena Amanda Céspedes, el bienestar se define como “un estado de armonía que se produce del equilibrio entre las demandas que nos llegan del mundo exterior y los recursos emocionales que tenemos para enfrentarlas” (citada en Mineduc, 2015, p.5). De igual modo, Ignacio Morgado, psicobiólogo español, señala que “resulta imposible separar el bienestar del estado emocional de las personas” (citado en Mineduc, 2015, p.5).
Considerando las definiciones anteriores, entenderemos por Bienestar integral aquel estado que favorece el desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones: física, emocional, cognitiva y espiritual; es decir, un estado que no involucra solamente las experiencias placenteras de un instante dado, como es frecuente entenderlo. Esta experiencia del instante puede ser reflejo de cómo una persona se encuentra en estas múltiples dimensiones.
El Bienestar integral se relaciona con la reducción del estrés emocional y las conductas de riesgo. Tiene, además, un efecto positivo y de protección para las relaciones familiares, los vínculos entre pares y las interacciones a nivel escolar, e incluso se relaciona con mayores logros académicos (Kuosmanen et al., 2019). El aprendizaje será más exitoso si las necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales de los estudiantes están cubiertas. Y, aunque las y los docentes no pueden hacerse cargo de todas las necesidades de sus estudiantes, lo que ocurre en la sala de clases (o en el aula virtual) es determinante de la experiencia interna de los estudiantes y la que tienen de su entorno, cómo se vinculan con su medio y cómo se proyectan a futuro, todo lo cual determina su experiencia emocional y social. De ahí la importancia de indagar sobre el bienestar experimentado por los y las estudiantes en base a sus estados de ánimo.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que el bienestar de niños, niñas y jóvenes se ve afectado por el bienestar de los adultos que se vinculan con ellos y ellas; por lo tanto, un objetivo esencial para apoyar los procesos de bienestar consiste en trabajar también el bienestar de sus acompañantes.
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Fuente: “¿Qué es el Bienestar integral y cómo podemos promoverlo entre las y los estudiantes?“, Agencia de Calidad de la Educación.
